Hube de levantarme entumecido en mitad de la noche al escuchar tres espaciados golpes de aldaba sobre el portón. Encendí una vela, cubriendo el lateral de la llama con mi temblorosa mano, y caminé vagamente el largo pasillo hasta llegar al recibidor. Volvieron a sonar tres huecos golpes separados por un breve lapso de tiempo. Aflojé el grueso cerrojo y empujé hacia mí el portalón. Una larga figura sin rostro, enfundada en un manto siniestro, permanecía quieta en el umbral.
-¿Qui..quién sois? -Pregunté tiritando.
Abrió sus brazos, dejando pasar un remolino de viento escarchado que silbaba con furia mi nombre. Sentí aquel hedor enfermizo perforar mi piel, penetrando hasta lo más profundo de mis huesos. Cerré de golpe la puerta y regresé a mi alcoba a oscuras, febril y atemorizado. Prendí la mecha frente al ventanal, su tenue llama me permitió ver el reflejo de una larga figura sin rostro que, con mano temblorosa, protegía el lateral de una vela.
No hay comentarios:
Publicar un comentario